En una era de mayores riesgos medioambientales y condiciones financieras más difíciles, adoptar un enfoque integral de la gestión de aguas urbanas no solamente es esencial para mejorar la sostenibilidad ambiental de las ciudades, sino que también puede significar importantes ahorros económicos al mejorar la calidad de vida y reducir la vulnerabilidad de residentes urbanos a sufrir desastres, al incrementar la eficiencia de los servicios hídricos, y en general al reducir los costes de una mala gestión del agua.
Frecuentemente, la planificación urbana se desvincula de los servicios de aguas urbanas y no toma en cuenta los objetivos relacionados con la salud y el medioambiente. Esta situación se exacerba con la fragmentación en el desarrollo y la gestión de servicios, de modo que las intervenciones del suministro de agua, saneamiento y drenaje son asumidas sin objetivos comunes, y a menudo con impactos contradictorios. Diversos factores explican la razón por la que no es común la gestión integral de las aguas urbanas:
En primer lugar, tradicionalmente estos servicios se suministran por diferentes instituciones y es difícil cambiar y crear una institución integrada nueva, o hacer que actores institucionales se den cuenta de los beneficios de trabajar juntos como resultado de agendas opuestas.
En segundo lugar, las percepciones del público sobre la importancia de ciertos servicios relacionados con las aguas urbanas tienden a ser malas, en especial en el caso de las aguas pluviales.
En tercer lugar, la ausencia de la medición del rendimiento de los servicios básicos origina mayores costes y tarifas por un lado, y un ineficiente suministro del servicio por el otro.
Los servicios urbanos deficientes que generan prácticas deficientes de gestión de aguas urbanas generan a su vez una importante carga económica.
Existe un creciente reconocimiento de la estrecha relación entre las estructuras urbanas de una ciudad y el patrón de crecimiento, y el suministro de servicios relacionados con el agua. Por ejemplo, a pesar de tener poblaciones similares, las ciudades de Atlanta y Barcelona se diferencian de manera absoluta en su modelo de desarrollo. Barcelona solamente ocupa 1/20 de terreno, lo cual hace que el suministro de servicio tenga costos mucho más efectivos, y que también, de manera potencial, cree diferentes perfiles de riesgo en términos de inundaciones.
Otros ejemplos del ahorro de costes al realizar una gestión hídrica integrada en la planificación urbana, serían: La decisión de la ciudad de Las Vegas en el año 2000 de regular el paisajismo en espacios públicos y privados. y de fomentar financieramente entre los propietarios el abandono del césped y su remplazo con especie autóctonas, hizo que se ahorrara alrededor de 17M m3 por año, una reducción del 20% a pesar del medio millón de nuevos habitantes en el mismo periodo de tiempo. De manera similar, la ciudad brasileña de Porto Alegre adoptó en el año 2006 un plan de drenaje pluvial que creó la regulación para que los desarrolladores urbanos minimizaran la escorrentía de nuevas construcciones y fomentaran la filtración o retención “in situ”; estimando unos ahorros derivados de las medidas de alrededor de 90M USD.
Diferencias entre el enfoque tradicional y el integral
El enfoque tradicional de la gestión del agua urbana se centra en un grupo de opciones de infraestructuras físicas para satisfacer las necesidades hídricas de la ciudad. Con la finalidad de abastecer las crecientes necesidades de agua, una ciudad invierte más para construir infraestructuras más costosas en un esfuerzo por obtener suministros de agua más distantes y/o incrementar la capacidad.
Las aguas residuales se recolectan, tratan y descargan, y a veces retornan a una masa de agua receptora para captación de otro municipio.
Las aguas pluviales, en cantidades en constante crecimiento debido a la urbanización, se recogen y sacan de la ciudad con tuberías más grandes y estaciones de bombeo. Se toman decisiones de inversión y gestión del agua mediante servicios básicos del agua bajo el control de una sola municipalidad, sin tener en cuenta el contexto regional más amplio, los objetivos medioambientales, o la planificación urbana. Este enfoque tradicional en servicios de aguas urbanas cada vez es menos viable debido a las crecientes limitaciones financieras y medioambientales asociadas a este proceso inherentemente ineficiente.
En contraposición, la Gestión Integral de Aguas Urbanas, no solo brinda soluciones por medio de inversiones en infraestructura, sino también mediante nuevas prácticas de gestión y planificación. Las cantidad de posibles intervenciones se extiende considerablemente, y en lugar de solo contar con infraestructuras tradicionales para aumentar el suministro, existen nuevas prácticas como la conservación del agua, recuperación y reutilización de aguas residuales; se emplea el drenaje urbano sostenible para reducir la cantidad de escorrentía y mejorar su calidad; y se mejora la gestión de cuencas para proteger la disponibilidad y calidad del agua. Los servicios básicos de agua no trabajan de manera independiente, sino que están incluidos en un proceso de gestión y planificación de cuencas y áreas metropolitanas en el que se coordinan acciones para reducir costos y mejorar los resultados.
Para algunos autores (Brown, R., N. Keath, y T. Wong)* han intentando presentar la Gestión Integral de Aguas Urbanas como la evolución lógica de ciudades que inicialmente se enfocaron en el suministro de servicios de agua y reconocieron de manera gradual las interconexiones e interdependencias del diseño urbano, la gestión de recursos naturales y el suministro de servicios. En tal sentido, el concepto de Brown de ciudades conscientes del agua se aproxima al concepto de esta síntesis de CIUDADES VERDES: ciudades que se desarrollan de manera eficiente, limpia, resistente y equitativa.
*Brown, R., N. Keath, y T. Wong (2008). “Transición a Ciudades Conscientes del Agua: Estados de Transición Histórica, Actual y Futura”. Presentado en la 11va Conferencia Internacional sobre Drenaje Urbano, Edimburgo, Escocia, Reino Unido.
interesante artículo, gracias Ana