Las prácticas de conductos para la evacuación de aguas pluviales, tal y como las conocemos hoy día, más antiguas las encontramos en los desagües subterráneos del Imperio Romano. Aunque sobre la base de escritos de la época y a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, se sabe que la conexión directa entre los domicilios y las canalizaciones de evacuación no era una aplicación generalizada.
Plano del subsuelo de la ciudad de Roma donde se muestra la Cloaca Máxima, o Alcantarillado Mayor, una de las más antiguas redes de saneamiento de la historia. Fuente: Wikicommons
Más tarde, durante la Edad Media, no se produjo ningún avance representativo en el campo del saneamiento urbano. Es más, en esos años la insalubridad en las ciudades debida a la inexistencia de un sistema de gestión de las aguas urbanas (especialmente de las llamadas aguas negras) provocaron la enfermedad y muerte de miles de personas.
Estos graves problemas se fueron convirtiendo en una creciente preocupación por parte de las autoridades, por lo que poco a poco se empezaron los primeros trabajos de cerramiento de las letrinas a cielo abierto, se generalizaron los sistemas de pozos ciegos y se realizaron operaciones de limpieza y purga de canales.
Pero no fue hasta bastantes cientos de años después, durante los siglos XVIII y XIX, que surgieron las teorías higienicistas, que supusieron un verdadero cambio, produciendo una mejoría notable en la distribución del agua para consumo y en la recolección de los excedentes de agua doméstica.
Las graves epidemias urbanas que se sucedieron durante el siglo XIX causadas por la ausencia de un correcto drenaje de las aguas residuales urbanas, contribuyeron a impulsar la implantación de los sistemas de recogida y transporte de las aguas fuera de las ciudades.
Primero se realizaron las infraestructuras necesarias para que, continuando la práctica romana, se evacuaran las aguas pluviales de dentro de las ciudades. Los primeros desagües dispuestos en Europa y los Estados Unidos tuvieron como objetivo la recogida de aguas pluviales. Y, posteriormente a estos colectores, se añadieron las estructuras necesarias para evacuar también las aguas residuales domiciliarias. Las aguas negras no se evacuaron a los desagües de Londres hasta 1815, a los de Boston hasta 1833 y a los de París hasta 1880.
Este sistema (moderno para la época y convencional actualmente ya que es el mayoritario en muchas ciudades) implicaba el drenaje combinado o unitario de las aguas pluviales y de las aguas residuales, es decir la conducción por los mismos colectores de ambos tipos de aguas. De forma rápida se extendió rápidamente por las principales ciudades de Europa: En 1854 se inició en París la construcción de aproximadamente 400 km de desagües unitarios y en Londres se ejecutaron otros tantos entre los años 1859 y 1873. Aunque presentaban un importante inconveniente: en su diseño no se disponía de unos criterios técnicos hidráulicos e hidrológicos rigurosos.
El Gran Colector Sebastopol (París) en un grabado que aparece en la revista Monde Illustré en 1858. Fuente: CEDEX
El sistema separativo apareció cerca de un siglo después. En los países desarrollados comenzaron a aparecer los primeros problemas serios ligados a la escorrentía tras la Segunda Guerra Mundial ya que el éxodo rural y el crecimiento del consumo del agua debido a la evolución del equipamiento sanitario domiciliario, provocaron un aumento importante de los efluentes de aguas servidas. Y esto, a su vez, generó una degradación creciente en la calidad de los cuerpos de agua receptores. Por este motivo el sistema de tipo separativo fue adoptado definitivamente con la finalidad de mejorar el funcionamiento de las instalaciones de depuración. Pero este sistema comenzó a presentar otro tipo de problemas con el tiempo, como eran los elevados costes de implantación es cascos antiguos o los vertidos directos de la escorrentía urbana después de lavar el suelo contaminado de las ciudades.
A comienzos de la década 1970-1980, se introduce un enfoque sistémico y ambientalista en la hidrología urbana, que continúa hasta la actualidad. Se instala una idea más integrada de los procesos: el drenaje de las aguas pluviales pasa a ser concebido y tratado como una parte de un concepto más amplio: la Gestión Integrada del Agua Pluvial.
Con esta nueva perspectiva, comienzan a divulgarse algunos cambios en la gestión de las aguas pluviales dentro de los entornos urbanos. De esta manera se inicia la implantación de las denominadas Técnicas de Drenaje Urbano Sostenible que permiten preservar el ambiente y mejorar la eficiencia en el tratamiento de las aguas de lluvia.
Cuneta verde para evacuar pluviales de una zona residencial. Fuente: The First Street Corridor