Hace unas semanas hablaba de una de las ideas ganadoras del 16º Concurso de Ideas Ambientales y Sostenibles de la Universidad Politécnica de Cataluña y hoy lo haré de otra, la que presenté con el título Aljibes comunitarios: Recolección de aguas pluviales de una manzana de Barcelona.
Esta idea trata de aprovechar la lluvia recogida en las azoteas de la ciudad de Barcelona y darle un uso además de implicar al ciudadano en la gestión de pluviales.
En Barcelona precipitan de media unos 621 litros por metro cuadrado al año, agua de buena calidad que llega limpia a la superficie urbana, donde se contamina por el arrastre de sedimentos y basuras depositadas en las calles. Pero no ocurre lo mismo con el agua que precipita sobre tejados y azoteas, ya que la concentración de contaminantes depositados ahí es mucho menor (salvando algunos casos, como los tejados asfálticos que pueden desprender hidrocarburos). El volumen de agua ahí generado es agua relativamente limpia, pero como si no lo fuera, se desliza por los bajantes hacia la red de saneamiento. Una vez ahí, se mezcla con aguas contaminadas antes de ir a parar a una depuradora. Así que agua de buena calidad que llega sola, sin estaciones de bombeo ni canalizaciones, y que podría ser un recurso, la mezclamos con agua contaminada. De esta manera, la depuradora tiene que trabajar con unos volúmenes mayores para los que no estaba diseñada haciendo un mayor gasto. Hemos convertido un recurso potencial en un residuo. Para hacernos una idea de cuánta agua desperdiciamos de esta manera podemos hacer una cálculo rápido a partir de la cantidad media precipitada, la superficie de tejados en la ciudad de Barcelona que es de 2600 hectáreas y un coeficiente de escorrentía aproximado de 0,85. Con estos valores, el resultado estimado de agua pluvial limpia que tiramos por la alcantarilla es de cerca de 14 hectómetros cúbicos de agua. ¿Y si la recogiésemos y le diésemos un uso? ¿Qué ahorro supondría? ¿Y qué mejoras ambientales y sociales?
Para mostrar la viabilidad de la propuesta de recoger pluviales en todas aquellas azoteas aptas (es decir, azoteas de poco tránsito y no construidas con materiales contaminantes). La idea presentada consistía en la realización de un proyecto piloto de una illa o manzana tipo de Barcelona, se escogió una que puede servir como modelo representativo dada su localización, dentro del Eixample y su forma, común a todo el distrito. La superficie útil para la recolección de lluvia (la marcada en amarillo en la imagen), es de 8683 m2, área suficientemente grande como para recoger al año 4314 m3 de agua.
En amarillo, azoteas de la manzana seleccionada.
Pero esa agua limpia cae sobre las superficies de las azoteas que tienen una cierta pendiente para conducir el agua precipitada hacia un punto donde se sitúa el inicio de un bajante. Bajante vertical al que se le van conectando las salidas de aguas residuales de cada piso de manera que las aguas de precipitación se mezclan con las procedentes de baños y cocinas.
Para que la recogida de aguas sea viable hay que hacer una serie de modificaciones en la red de desagüe existente. Se desconecta el bajante de la azotea. Se deja abierto en su parte superior protegido por una reja que impida la entrada de elementos externos para que la evacuación de aguas grises y negras se siga produciendo sin problemas.
Detalle del nuevo bajante
Los bajantes van a parar generalmente a una arqueta y de ahí conectan a la red de drenaje de la ciudad, mediante una acometida.
Como en este caso lo que se pretende es recolectar esas aguas limpias, una vez llegue el bajante de pluviales al suelo seguirá una ruta diferente. En vez de reunirse con la red de alcantarillado lo hará a una nueva red de colectores de pequeño tamaño que puede instalarse con una mínima obra superficial sin inconveniente para los viandantes.
El agua así recogida se dirigiría a un depósito situado en el punto de cota más baja de la manzana y, al corresponderse con una zona de chaflán, ahí pueden estacionar los vehículos urbanos de limpieza viaria (baldeadoras o fregadoras) para recoger el agua para el baldeo o limpieza de las calles del barrio.
En la imagen superior se muestra un vehículo de limpieza de la ciudad de Barcelona que emplea agua a presión para la limpieza viaria.
La cantidad recogida para el baldeo de las calles es inferior al total de agua que se puede recoger. Así que para intentar aprovechar mejor toda el agua pluvial, se puede complementar la instalación con pequeños depósitos domésticos situados en el interior de cada uno de los edificios. Depósitos como el de la imagen de 350 litros, suficiente para proveer de agua para la limpieza de la escalera, y sobre todo, para concienciar a los vecinos acerca del ciclo hidrológico urbano, ya que podrán ver y aprovechar parte del agua que llega a sus azoteas y sabrán que además el barrio se mantiene limpio gracias a ellas.
Ejemplo de depósito de pluviales a instalar en el interior de cada uno de los edificios. Dispone de un grifo que simplifica la extracción de agua. Fuente: Graf
Ventajas ambientales de los aljibes comunitarios
Las aguas de limpieza se suelen recoger de los acuíferos, lo que conlleva un gasto energético considerable, con las correspondientes emisiones de CO2 asociadas. Empleando aguas pluviales evitamos este consumo energético al no necesitar de esos sistemas de bombeo empleados para las aguas subterráneas.
Cuando llueve, el agua limpia que cae de las azoteas, va a juntarse con otra que no está limpia, contaminándose y aumentando el volumen de carga sobre la depuradora. Reteniendo esta agua, se impide que la EDAR trabaje con caudales diferentes para la que fue diseñada, manteniendo un mejor rendimiento.
El aprovechamiento in situ del agua de escorrentía es uno de los puntos característicos de la gestión sostenible de las aguas pluviales y supone un acercamiento del ciclo natural del agua dentro del medio urbano.
Beneficios sociales
Como beneficios sociales tenemos el hacer a la ciudadanía partícipe de la gestión del ciclo del agua. Informando de las cantidades de agua que recogen y se emplean para la limpieza en vez de sacarla de acuíferos, se despierta el interés de los ciudadanos por la gestión del agua.
Además el hecho de que unos vecinos tengan un depósito de pluviales en su edificio, se puede emplear para concienciar de la necesidad de un cambio de enfoque, ya que pueden comprobar por sí mismo, cuántos litros pueden emplear para la limpieza provenientes directamente de sus tejados.
Disminuye el riesgo de inundaciones de la calle: Como se muestra en el plano de BCASA, cerca de la manzana de estudio, los colectores municipales entran en carga para una tormenta de periodo de retorno de 10 años. Evitando que el agua de las azoteas vaya a parar a esta red, disminuimos el riesgo de que los colectores entren en carga y de que, en caso lluvias más torrenciales, se inunden las calles.
Excelente idea, para implementar en el código urbano, sería interesante crear un derivador del primer volumen de agua que arrastra polvo ambiental.